Oscar Valdez – Biografia

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Oscar Valdez – Nació en 1878. Hijo de Obdulia Valdez, Lulita, y José Loreto Julián, alias Pepé. Contrajo nupcias en el año 1900 con Ana Luisa Martínez, (1881-1968), procreando a Perla, Luis Oscar, Miguel, Pedro, Elsa Mariana, Altagracia, Carmen y Adolfo Oscar. Doña Ana Luisa fue una fervorosa católica y propulsora del culto altagraciano y en el año 1930 Mons. Adolfo Nouel le escribió concediéndole el visto bueno a su solicitud de “no traslado” del lienzo de la virgen a Santo Domingo.

Don Oscar fue dador de brillo y linaje a su apellido; hombre de grandes visiones. De cuna humilde llegó a la cúspide económica de la región Este del país. Fue carretero en San Pedro de Macorís y luego pasó a Higüey, su pueblo natal, en donde comenzó a ejercer el comercio. Fue representante de la Compañía Record. Tuvo almacenes y depósitos de mercancías que le reportaron grandes beneficios económicos, durante la primera guerra mundial, e invirtió sus ahorros en la adquisición de terrenos para la cría de ganado. Invirtió sus ahorros en instituciones económicas nacionales e internacionales. Perteneció al Club Unión Dueyana. Participó de todas las actividades sociales, religiosas y económicas de su época. Era un ferviente creyente de la Virgen de La Altagracia. Fue de los primeros en instalar línea telefónica en Higüey. Para el año 1912 se comenzó a perfilar como uno de los principales ganaderos de la región junto a sus pares económicos Eduardo María Guerrero Durán y Modesto Cedano. [ad id=»11330″]

Entre los días quince y dieciséis de diciembre de 1913 cuando se celebraron elecciones municipales resultó electo como regidor junto a Teófilo Reyes, Andrés Pumarol, Eduardo María Guerrero Durán, Eustaquio Ducoudray y como síndico Juan A. Botello.

Era un hombre muy astuto. Su experiencia comercial, obtenida en San Pedro de Macorís, le ayudó a desarrollarse. Don Oscar siempre mantuvo en la sala de su hogar una foto de Don Pedro A. Ricart, quien fue ministro de Industria y Comercio. Don Pedro A. Ricart fue un próspero empresario de Santo Domingo que fue el que le abrió las puertas económicas al otorgarle crédito para obtener mercancías.
Debido a estas actividades comerciales Don Oscar logró una posición económica cómoda y holgada. Fruto de sus actividades comerciales para principios de siglo pasado, adquirió su primera propiedad o finca, localizada en los Yayales, en la nombrada Punta Del Cabo, que era su sede principal. Luego, para el año 1916, compró, en sociedad con Ramón A. Pumarol, y un crédito del Royal Bank, una finca extensa, cacaotera, en El Salado, localizada en lo que hoy es Uvero Alto, llamada Gascogne, que era de Monsieur Fermín Goussard, que marchó a Francia. La finca fue renombrada por ellos como Hacienda Valdez Pumarol. Esta finca le había dado, desde el año 1886, fama y renombre mundial a Higuey porque el cacao producido se enviaba a la famosa fábrica francesa de dulces Minier, en Paris, Francia, desde un embarcadero o puerto en El Macao. Años más tarde, el 10 de septiembre de 1921 fue desbastada por una tormenta coincidiendo con una baja en el precio del producto del cacao lo que provocó el abandono por parte de sus dueños dedicándola a la crianza de ganado. Don Ramón A. Pumarol era maestro constructor y se dedicó a la construcción de viviendas en Higüey, que era lo que le gustaba, y la sociedad entre ellos terminó reteniendo Don Oscar la finca.
Para el 1916, cuando la Segunda Guerra Mundial, Don Oscar se apertrechó de mercancía y provisiones y en eso vino la invasión norteamericana y la primera guerra mundial. Mucha gente era referida a Higuey cuando por la primera guerra mundial la mercancía escaseaba y les decían “el único que tiene lo que tú buscas es Oscar Valdez, en Higuey”. Fue un golpe de suerte de la vida. En esa época llegó a ser suplidor de sus suplidores.

Luego lo de la Bodega Colorá que era un comercio establecido entre las calles La Trinitaria, Ramón A. Pumarol y Cleto Villavicencio fue un comercio no tanto para el público, porque Higuey no tenía mucho movimiento económico, sino para venderle a sus propios empleados. La Bodega Colorá fue atendida por Don Heriberto Acosta, Don Bertico.
En 1918 entre María Dolores Julián, esposa del general Tomas Demetrio Morales (hija de Pepe Julián), por tanto, hermana de Oscar Valdez; Santiago Michelena, Ramon Morales, Armando Álvarez, Modesto Cedano, Miguel Saviñon, Oscar Valdez y Fco. Honorio Reyes, vendieron a la Puerto Rico Sugar Company, hoy Central Romana, la cantidad de 500,000 tareas por 500,000 dólares; una elevadísima suma de dinero para la época, ascendente hoy día a 6,256 millones de dólares. (Calculado en https://westegg.com/inflation/infl.cgi y luego a una tasa promedio de un 6% anual desde esa fecha de 1918)

La producción en los comercios, sus terrenos, la ganadería y otros le fue generando una gran fortuna. Tanto así que murió con más de cien mil tareas, sólo superado por el Central Romana. A Don Oscar le tocó vivir los tiempos de la transición del sistema de personal, o terrenos comuneros, a Torrens. Don Oscar compró inmensas cantidades de terrenos “saneados”.

Estuvo presente como garante para recibir el cuadro de la Virgen cuando terminaron los actos de la coronación en Santo Domingo el 21 de agosto del año 1922.
La Dirección del Impuesto sobre la Renta, ahora Dirección General de Impuestos Internos, generó en 1961 un documento donde figuran las riquezas en dinero líquido disponible de los llamados viejos ricos dominicanos. En la lista no figuraron millonarios del interior del país a quienes la leyenda y la mitología de cada provinciano que vivía en la capital daban por tal. Por ejemplo, Oscar Valdez de Higüey y Momón Henríquez en La Vega.
Don Oscar estuvo relacionado, como empresario, a los trece grupos económicos que dominaban las áreas de la vida económica, social, política, industrial, financiera; y a universidades privadas, medios de comunicación, control de los organismos de decisión del Estado Dominicano y fue accionistas en las empresas de Corde.

Don Oscar visitó una vez la Hacienda Fundación invitado por Trujillo, en la casa de Caoba, y Trujillo le mostró todo. Y luego de eso en un aparte Trujillo le dijo “Oscar, cuándo tú me vas a invitar a tu finca?” y Don Oscar, no por Trujillo, sinó por el grupo de achichones y jefes militares, no fueran a antojarse o a envidiar la propiedad, le decía “Jefe ahora hay mucho mosquitos y muchos jejenes, desde que se acaben me lo llevo pa allá”.

En una ocasión Don Oscar se enteró que a un general le interesaba una finca de las de Nisibón, y con su chofer Toñé (Sincha) se fue a Santo Domingo. El sabía que pedirle una cita a Trujillo se tomaba un tiempo. Entonces se ideó lo siguiente: El área de la residencia de Trujillo, sus alrededores, era muy controlada, y no se podía tocar bocina. Pero cuando se acercaron a la Estancia Radhamés, por la César Nicolás Penson, Don Oscar le dijo a Toñé que tocara la bocina. Oscar sabia Trujillo estaba en la casa. Toñé tocó la bocina e inmediatamente salió un grupo de guardias y los detuvieron. El preguntó por qué estaba detenido y le dijeron que no se podía tocar bocinas por ahí porque el jefe estaba descansando. Cuando el jefe de guardia lo vio le conoció y él le dijo dígale a Trujillo que yo estoy aquí. Él le contó el problema a Trujillo de que él iba a vender esa propiedad, al Central Romana, y Trujillo le dijo que la vendiera, que él le daba el permiso y así la salvó.

Don Oscar tenía el frente de sus propiedades, frente de carretera, sin condiciones, sembrado de árboles, para evitar ser vistas y que no provocaran apetencias en poderosos, civiles o militares. Una vez se enteró que a Trujillo le gustaban unos terrenos de su propiedad en Nisibón, más de 10,000 tareas y se presentó ante él, título en mano, y se las ofreció. En otra ocasión Trujillo le pidió 50 cabezas de ganado y Don Oscar le respondió “Jefe, de qué color las quiere”.
Don Oscar mantuvo excelentes relaciones y se dejó asesorar en materia económica por su sobrino Don Luis Julián Pérez, Cle, quien fue uno de los primeros gobernadores del Banco Central; hijo de Amadeo Julián.

Don Oscar Valdez murió, hará 56 años, el ocho de octubre del año 1962, a los 84 años. Un edificio de la familia Valdez, en la avenida Agustín Guerrero con Duvergé, lleva su nombre. A tantos años de su muerte es mencionado en tertulias y reuniones por sus habilidades comerciales y por su visión. Admirado y envidiado por sus triunfos. Que brille para él la luz eterna.

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